Pasajes
NT
Filipenses 1:1-2
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Filipenses 1 1 Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, junto con los obispos y diáconos: 2 Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz.
Filipenses 1:1-2
rvr1960
Filipenses Salutación 1 1 Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos: 2 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Filipenses 1:1-2
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Filipenses Saludo 1 1 Queridos hermanos y hermanas de la iglesia de Filipos: Nosotros, Pablo y Timoteo, que somos servidores de Jesucristo, enviamos un saludo a todos ustedes, que pertenecen al pueblo especial de Dios y están unidos a Jesucristo. Saludos también para los líderes y los diáconos. 2 Que Dios, nuestro Padre, y el Señor Jesucristo, los amen mucho y les den su paz.
Filipenses 1:1-2
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Filipenses Saludos de Pablo 1 1 Saludos de Pablo y de Timoteo, esclavos de Cristo Jesús. Yo, Pablo, escribo esta carta a todo el pueblo santo de Dios en Filipos que pertenece a Cristo Jesús, incluidos los líderes de la iglesia y los diáconos. 2 Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les den gracia y paz.
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Notas
--- ---------- Elsa Támez: Pablo está sufriendo ahora otro tipo de prisión que no fue el que tuvo en Filipos, sino que era un tipo de prisión que se llamaba "custodia militar" y esta era un poco menos severa, pero también atado con cadenas o encadenado con dos soldados por los brazos o por los pies. Sabemos que posiblemente cuando escribió Filipenses sufrió este tipo de prisión, porque permitía que llegara gente a visitarles y que le llevara los alimentos. Ellos dependían de las comunidades de afuera que los visitaban, entonces Timoteo está allí, Epafrodito está allí con Pablo. Lo que llama la atención es que no aparece allí como la comunidad del lugar donde está o las congregaciones que lo visiten, tuvo que ser una comunidad que estaba lejos. Muy interesante eso de que no hayan sido los de Roma o los de Éfeso. Pues también era una cosa vergonzosa para algunos, que un predicador del evangelio estuviera (...) No era muy honorable, en ese tiempo de honor-vergüenza, que eran los paradigmas culturales, pues tal vez por eso, o tal vez por temor, porque en realidad podemos percibir a través de la carta que la situación no es fácil. Seguramente él está preso porque habla de otro Señor, que es el señor Jesucristo, habla de otro rey, habla del hijo de Dios, habla del El Salvador. El salvador, el hijo de Dios, Señor, todos esos son títulos del emperador. Evangelio Es una palabra secular, se usaba para las buenas noticias de los emperadores, la conquista de una guerra, el nacimiento de un hijo, eran "los evangelios". Pero Pablo habla de otro evangelio, de otro Salvador, del hijo de Dios que es nada menos que Jesús, el que los mismos romanos habían crucificado y aquel que Dios resucitó. Entonces el que Dios haya resucitado al crucificado de los romanos pues es algo realmente muy revolucionario, podríamos decir. https://teobytes.libsyn.com/filipenses-entre-la-vida-y-la-muerte -------------- Observación: - Títulos de los remitentes Siervos de Cristo Jesús (esclavos) - Títulos de los destinatarios Santos en Cristo Jesús que están en Filipos Obispos Diáconos - Títulos de Dios nuestro Padre Señor (Cristo) Interpretación: ¿Qué significó? - El uso del título para los remitentes - El uso del título para los destinatarios - El uso de los títulos de Dios - El deseo de que Dios les conceda gracia y paz ----------------- “Filipenses: la humildad como propuesta ideológica”: 62 (2009:1) 34-49 “ideología” Para ello, de las múltiples acepciones que ha ido adquiriendo la palabra “ideología” nos centraremos en la que propone el lingüista holandés Teun A. van Dijk , quien la define como: “la base de las representaciones sociales compartidas por los miembros de un grupo” . En la comprensión de van Dijk la expresión representaciones sociales” involucra tanto aspectos epistemológicos (modos y categorías a través de los cuales se conoce), valorativos (lo que es bueno o malo, correcto o incorrecto para ese grupo) y lleva a actuar en consecuencia (aspectos éticos y práxicos). Por otro lado, el autor habla de “grupo” en términos muy amplios; así excede y no debemos confundirla con la definición que da la sociología funcionalista de “grupo”, basado en relaciones cara a cara. En su estudio, van Dijk pretende abarcar con ello tanto a un conjunto social simple como a uno más complejo, un movimiento social o una clase social (aunque en ésta no todos sus miembros necesariamente comparten una misma ideología), o sectores particulares que generan sus propias cosmovisiones a partir de particularidades que los unen y organizan. Esto no significa que todos estos “grupos” lo sean ideológicamente o que una ideología sea propia de un grupo y sólo de ese. Pero sí ayuda a discernir que las ideologías se nutren y a la vez conforman las experiencias e identidades de los individuos y sectores que conforman un grupo El prestigio como eje ideológico romano De todas las variantes que usó Roma para imponer su hegemonía, para autojustificar y convencer a los demás pueblos de su derecho de conquista, el tema del “prestigio” ocupa un lugar no menor. Los estudios antropológicos históricos muestran la incidencia del concepto de “honor” en el mundo mediterráneo antiguo, y el eje “honor-vergüenza” como un verdadero organizador social. El honor constituye, en ese sentido, todo un modo de vida que pone a todos los habitantes en constante competencia por mostrarse mejor posicionados con respecto a los demás en la consideración social. Esta ubicación jerárquica en la vida social, especialmente en el espacio público, constituye la base del sentido del honor y de la persona honorable. Defender esa ubicación y mejorarla a través de mayor número de personas dependientes o subordinadas con respecto a uno mismo, constituye una de las expectativas en torno de la actuación social. Para ello es también necesario protegerse y evitar la intrusión de otros en el propio espacio que uno domina y especialmente de las personas sobre las cuales se ejerce dominio, especialmente en el caso de las mujeres, cuyos códigos de honor son distintos: su ámbito es la casa, y su honor es preservarse fuera del alcance de otros varones, fuera de quienes la resguardan (padres, hermanos, marido). En el caso de la cultura romana, este “prestigio”, que es el reconocimiento social que hace que una persona se considere honorífica, se constituía en base a variantes de riqueza, participación pública y abolengo. En el ámbito griego del imperio, también era importante la “sabiduría”, debido a la tradición filosófica de la cultura helénica. Una muestra de esta lectura y su confrontación desde el pensamiento paulino la podemos ver, por ejemplo, en 1Cor 1:26: “Considerad, pues, hermanos, vuestra vocación y ved que no hay muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles”. Es decir, que la sociedad romana, con su estructura timocrática, es una sociedad básicamente jerárquica. Esa lucha por “los primeros lugares” se refleja también más allá de la cultura romana. Así, por ejemplo, también aparece en la crítica de Jesús a los fariseos que “aman las salutaciones en las plazas y los primeros lugares en las reuniones”, y que desde allí aprovechan su posición para enriquecerse (Mc 12: 38-40 y paralelos). Como dijimos, esta búsqueda del honor como figuración social parece ser una base cultural de toda la cuenca mediterránea, lo cual facilitaba su exacerbación como núcleo de la organización social y política (por cierto también económica) en el poder romano. Esta dimensión de la “ideología” romana estaba presente en todas las relaciones sociales, estableciendo formas de dependencia de menos “honorables” hacia las más prestigiosas. Así se establecían relaciones patrono-clientelares en todos los órdenes de la vida. Esto luego llegó a la legislación, que estableció formas diferentes de representación legal para los “honorables” ( honestiores ), que los ponían a salvo de las arbitrariedades y castigos públicos, por un lado, y de los humiliores por el otro, que englobaba por igual a hombres y mujeres libres, pobres, jornaleros y esclavos, que quedaban a merced del arbitrio de los funcionarios de turno, y que eran expuestos públicamente a “castigos vergonzantes”, como el azotamiento público, siendo la cruz el más cruel de ellos –y bastante frecuente. Incluso entre los mismos esclavos había algunos más prestigiosos que otros, a lo que les permitía llegar a abusar de quienes estaban también en su misma condición, sus consiervos (véase, por ejemplo, la parábola de Jesús sobre “el siervo malo”, en Mt 24:45-51). Las asociaciones vecinales, los gremios de artesanos, los cultos de misterio y los “ collegia ” organizados para la celebración de las divinidades también se estructuraban sobre esta base. Era también el principio organizador de la extensa estructura doméstica, especialmente en las clases patricias. Así, los miembros más poderosos, en base a dádivas, donaciones o cierta defensa corporativa de los otros miembros, lograban establecerse como “benefactores” y presidir estos agrupamientos, lo cual a su vez aumentaba el grupo de dependientes y con ello su prestigio social. De allí podían acceder a cargos públicos y, por ello, a beneficios económicos. El título de “benefactor” ( euergetes , Lc 22:25-26) resultaba, entonces, una forma de prestigio, que a su vez marcaba los niveles de dependencia que otros tenían hacia quien lo ostentaba –de allí que Jesús propone una conducta contraria. Esto les daba mayor figuración pública, lo que les permitía hacerse de mayor poder, que a la larga incidía también en su capacidad de adquirir riqueza. Tanto es así que el título de presidente ( prostates en griego) llegó a ser la palabra usada para patrón en el mundo griego, pero también tiene el sentido de “benefactor”. También oikodespotes (el señor de la casa) indicaba esta posición patronal, no solo con respecto a sus esclavos y empleados, sino que también indicaba sus relaciones familiares y la extensión de sus dominios. De esa manera se iba produciendo una creciente concentración de fuerza, riqueza y prestigio en la cúspide de la sociedad mediterránea que fue el modo de construcción ideológico del Imperio. De esa manera las élites nobiliarias, los exitosos en la carrera militar y el cursus honorum de los funcionarios de la casa imperial (los “amigos del César”, como Pilatos –Jn 19:12), así como los poseedores de extensos latifundios, generalmente en las mismas manos, conformaban el círculo más prestigioso. Desde esa cúspide de la pirámide se iba desgranando el poder social, siguiendo el mismo esquema de patrones y clientes, de benefactores y dependientes, de prestigio y vergüenza (nuevamente nótese como Pablo señala el contraste: “lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte” –1Co 1:27). De esa manera se conformaba la ideología, la representación social del poder y la estructuración del imperio. Esta conformación era el sustento del poder imperial, del señorío del César, de la explotación económica, de la dominación que Roma ejerce sobre los otros pueblos, de su pretensión de superioridad, incluso de superioridad divina y eternidad. Cuando las comunidades cristianas comienzan a organizarse era de esperar que se filtrara también algo de esta matriz ideológica. Entonces el problema no es sólo el tema de cómo se constituye la autoridad en las iglesias, sino cómo ese particular modo de organizarse resulta en la aceptación de todo un esquema epistemológico, una conformación valorativa que termina generando y reproduciendo una praxis imperial (que es lo que a la larga sucedió, desgraciadamente). Si esto es así en la totalidad del Imperio, el tema es notable en Filipos. Filipos, una antigua localidad tracia que había sido incorporada a los dominios de Macedonia ya en el siglo IV a.C., había sido totalmente romanizada, ya que allí el ejército romano localizó a una cantidad significativa de veteranos de guerra licenciados de sus tropas, entregando tierras y puestos honoríficos en la ciudad. De esa manera, esa ciudad se le dio el estatus de “colonia romana”. Los ciudadanos de la ciudad, por ser habitantes de una colonia son considerados ciudadanos romanos y su sistema de gobierno urbano refleja fielmente el esquema de la ciudad capital. Por otro lado, estando en un lugar estratégico de la Via Egnatia , las autoridades imperiales prestaban especial atención a lo que allí sucedía. Y si bien persistían, probablemente en los sectores sociales más bajos y en la campiña circundante, ciertas costumbres, deidades y conformaciones culturales de los anteriores asentamientos en el lugar, es claro que estaba completamente imbuida de la dinámica romana, como lo reflejan aun los restos arqueológicos del sitio. Pablo “esclavo”: una propuesta contra-hegemónica Ya en el saludo inicial de nuestro texto, Pablo y Timoteo se definan como “esclavos”. También es el caso de Pablo en Romanos, aunque en esta añade inmediatamente el título de “apóstol”. Si bien en otras oportunidades Pablo se define como siervo de Cristo, en esta oportunidad lo hace como presentación de su lugar eclesial, del lugar desde donde ha elegido escribir la misiva. Pero, además, lo hace en contraste con los receptores, entre los cuales destaca a los que ostentan cierto grado de autoridad: “sus obispos y diáconos” (Flp 1:1). Más allá de la polémica que el uso de estos títulos puede significar en un momento tan temprano del cristianismo, para el enfoque que he adoptado para este análisis lo que importa es el contraste que se establece de entrada. Quien escribe con autoridad lo hace desde el lugar del esclavo, quienes deben recibir su enseñanza son los que llevan los títulos. Es interesante notar que los comentarios consultados señalan ambos datos, la importancia de la auto-designación de Pablo y Timoteo como esclavos, y el destaque de obispos y diáconos entre los receptores, pero no los vinculan. Sin embargo, en la propuesta hermenéutica que ahora presento, estos datos son importantes, no como datos aislados sino vinculados como constitutivos de la alternativa ideológica que se verificará también en otros pasajes de la carta. Hay anticipada en la misma presentación una “subversión ideológica” frente a lo que podría ser la normalidad del orden imperante. El título de episcopos provenía del orden burocrático, y representaba una jerarquía del poder, ya sea en la ciudad (inspectores) o en la administración doméstica (supervisor de los esclavos). También el caso de los diáconos, que eran servidores domésticos o públicos (podían ser esclavos/esclavas o varones o mujeres libres contratados para un fin específico) con encargos determinados, lo que suponía un cierto lugar privilegiado frente a los demás. Aquí un esclavo ( doulos ) se dirige como autoridad a los episcopoi y a los diáconos (que, como vimos en el caso de Febe, usado como título puede incluir mujeres). Si bien la comunidad había adoptado estos nombres para identificar a quienes tenían funciones específicas en ella, Pablo, al destacarlos –lo que no ocurre en ninguna otra carta—pone en evidencia que ellos están integrados a la comunidad receptora: una comunidad que se debe a la misión de un “esclavo”. https://www.centrobiblicoquito.org/images/ribla/62.pdf (pp. 34-49) ------------- Timocracia En la filosofía política griega, la timocracia es una forma de gobierno en la que los únicos que participan en el gobierno son los ciudadanos que poseen un determinado capital o un cierto tipo de propiedades. El término deriva de las palabras griegas τιμή, timé, "honor"; y κρατία, kratía, "gobierno".
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